Quedan minutos para la rifa de los Juegos Olímpicos, tras ese día tremendo en el que los miembros y miembras del COI comen como si lo fueran a prohibir, escuchan mentiras multicolores enlazadas como aros de cebolla y votan repetando los principios sagrados del soborno olímpico.
Se ha hablado mucho de las tres ciudades candidatas.
Estambul, crisol de culturas cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa. Ful de Estambul, que dirían los modernos. No gana ni de coña.
Tokio tiene más cosas que ofrecer. Os recuerdo
la semana temática sobre el Japón que celebramos el pasado curso en la
Academia. El admirable pueblo japonés
se sobrepone siempre a sus catástrofes, merece nuestro aplauso. Seguro que tienen un proyecto excelente que espero leer cuando me jubile.
Queda
Madrid, la candidata de la tierra. Aquí me pasa lo mismo que cuando veo Miss España, aunque no sea la más guapa no puedo evitar animar a la chica de mi pueblo. Aunque luego releo lo que escribió
Molinos y se me pasa.
Las tres ciudades molan, cada una a su manera. Pero... no sé... ¿están preparadas de verdad para unos Juegos Olímpicos? Sinceramente, amigos simios, creo que no. Les falta una pizca de sal. No sé cómo decirlo sin ofender a nadie...
Me diréis, qué cabrón, descalifica a las candidatas pero no añade una solución.
Qué tontitos y qué impacientes sois a veces. Pues claro que voy a darle un enfoque constructivo a la cosa. Yo vengo a ofrecer a la ciudad ideal.
Huesconsin 2020
He hecho un boceto de logo con el paint...
Como veis, está todo previsto.
Nunca una ciudad de menos de 60.000 habitantes ha sido sede olímpica ¿por qué esa discriminación? ¿en qué página de qué cuadernillo de notas del Barón de Coubertin dice eso?
Huesconsin 2020 será pionera en muchos aspectos, pero conviene no adelantar las sorpresas.
Dejemos atrás los tópicos. En lugar de un estadio olímpico construiremos una explanada, que es mucho más barato. En una ladera se colocará el público humano, habrá un cercado para periodistas y los monos podrán verlo desde los árboles.
Tenemos una amplia experiencia en construir pabellones. El antiguo pabellón del parque hubo que construirlo dos veces (la primera se derrumbó solito). El pabellón nuevo también lo dejamos caer una vez para construirlo mejor en el segundo intento.
Somos de secano pero que nadie se alarme, habrá competición de vela. Segurísimo. Pero hay que innovar, leñe. Ya basta de tanto mar, con los pantanos tan majos que tenemos se pueden organizar tranquilamente todas las regatas. El que sabe navegar en agua salada tiene que saber navegar en agua dulce. Si no, apaga y vámonos.
Para el remo se puede habilitar el canal olímpico del Isuela.
Ya que tenemos el paso de cebra más largo de Europa tendríamos que aprovecharlo para hacer algo
Para organizar unos Juegos Olímpicos siempre es necesario tener al menos una obra ruinosa. Nosotros ya lo tenemos hecho (no sé si pagado del todo): el Palacio de Congresos, que costó un porrón de millones.
Mi propuesta es prenderlo fuego y que se convierta en
la antorcha olímpica más grande de la historia.
En la hoguera se podrían asar patatas también.
Lo dicho, esta es la mejor candidatura, sin discusión.
Y ojo que estamos hablando de los Juegos de verano. Para los de invierno nos presentaremos otra vez. Que todo el mundo sabe que en Huesca nieva muchísimo y los osos andan por la calle.
Bueno, al primer oso que pillemos le ponemos un chándal y ya tenemos mascota.
Esperemos que hoy el mundo entero entre en razón y elija
Huesconsin 2020.