Anímese, amigo. No es el fin del mundo. |
Venía yo pensando en lo complicado que está todo. Y luego he recordado que las crisis son un problema mientras duran, pero que si sobrevives a ellas son la leche. Tienes batallitas y chascarrillos de sobra para amargar a 3 o 4 generaciones posteriores. Y qué fin hay más noble que ese. Los pequeños bastardos que hereden nuestro mundo tienen que sufrir de una forma o de otra. Caminaba y observaba el florecer de ese jardín color carne que es la ciudad. Tampoco estamos tan mal, coñe. Sobre todo yo, me favorezca o no esta camiseta anudada por encima del ombligo. Pero es que yo cuando corro necesito un extra de ventilación. Llevo zapatillas de atletismo de rejilla. Un modelo exclusivo del que sólo se fabricaron 3.000 millones de pares en China. Comienzo a trotar y a sudar, de una forma instantánea, pregnante, reconocible como el contorno de un triángulo. Estoy corriendo. Me estoy moviendo. Sonrío con sorna. Pienso en Lorna, en el Papichulo. Antes no habría crisis pero canciones del verano sí que había. A mí me gustaba sobre todo una que decía "el verano ya llegó, ya llegó, ya llegó, y la fiesta comenzó comenzó comenzó..." Así era entonces la existencia, plácida y ordenada. Llegaba el verano y comenzaba la fiesta. Sincronía. Orgasmos coordinados. Pensamientos coordinados. Como ese deporte y ese sudor. Lo peor de estar en el abismo, incrustado en la muela trituradora de la bancarrota, es que ahora las canciones del verano tienen que durarnos más de un verano. Pensadlo por un segundo. Está pasando con Danza Kuduro. ¿Volveremos a escuchar el Waka-Waka?. Ya será el tercer año. Esto antes no pasaba. En Crónicas Marcianas (o en cualquiera de los extintos reductos de la cultura patria) nos estarían bombardeando con decenas de alternativas. ¡Teníamos opciones! (grito teatral que no viene a cuento). ¡Opulencia musical! (enloquezco y no se nota porque sigo corriendo). A lo mejor la culpa de nuestra ruina moral la tiene el exceso de canciones del verano. O la tiene directamente Crónicas Marcianas. Ahí empezó todo. Nos tienen calados. La propia palabra lo dice: "crónicas", como nuestras decepciones y nuestras ilusiones. A lo mejor estaba todo escrito, que iríamos degenerando progresivamente. Un deterioro causado por la errónea sensación de que no podíamos caer más bajo. Con un sencillo modelo matemático podríamos ir calculando ese efecto de la corrosión, de la lima imperceptible que, con el empeño necesario, puede acabar serrando un barrote de hierro. Una lima de uñas y la terquedad del universo. Entre zancadas, esquivando a paseantes, pienso que esa fórmula es posible. Que hasta un maya podría calcularla. Básicamente porque esa gente no tenía distracciones. ¡Sacrificio humano! gritaría alguien. Estrés que no dura demasiado. Te paras a pensar, ¿me sacrifican a mí? ¿no? pues ya está. En ambos casos los problemas se terminan. Por eso queda tiempo para desarrollar el calendario y tras calcularlo decir con aplomo: "2012, no hagas más, que no va a hacer falta". Y parece que le haces un favor al tío que está tallando la piedra, pero en el fondo no es así, porque quedarse sin encargos justo cuando se acerca el día del sacrificio humano... Hace falta hacer algunos sacrificios, nos dicen. Estoy de acuerdo. Allí estoy yo corriendo, con todo el calor. Nos tenemos que dar cuenta de que la lima avanza inexorablemente y tendremos que aprender a sacrificarnos. Tampoco estaría de más ir sacrificando cada día (o cada dos) a un subsecretario de un partido político, al consejero delegado de tal o cual banco, a un aristócrata o a un alto funcionario enchufado (si pueden distinguirse). Con tal de que no me toque a mí, que soy un pobre autónomo sin oficio ni beneficio... De lo demás yo me apaño, me hago bola y a aguantar. ¿Qué es eso? ¿un solo de batería?. Ay no, es mi corazón. Es el momento de dejar de correr y respirar hondo. Saldremos de lo hondo. Venía yo de hacer deporte, congestionado y feliz, pensando en lo mal que está todo y en lo que nos reiremos después. Y diremos: "en mi época, con 10 euros ibas al cine y te sobraba para comprar deuda de España". Qué calor. Ahora a la duchita y a seguir currando. Me pondré ropa interior limpia y maja por si acaso nos vienen a rescatar.
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