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Cuando yo era pequeño había países diferentes, como Alto Volta o Checoslovaquia, y se alineaban en tres bandos: los nuestros, los comunistas y los neutrales. La guerra fría era caliente como una cortesana de Versalles. Si había bloques enfrentados había una excusa para repartirse el mundo.
Me partía con ese país, la R.D.A., la República Democrática Alemana. A veces los nombres son una especie de conjuro, si al niño le llamamos
Sansón será fuerte, si a la niña le llamamos
María será casta y pura. No siempre funciona. Esos dos términos griegos: república y democracia, parecían impostados.
La
RAE dice de la palabra democracia:
* Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.
* Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.
Visto así, los matices son amplios. Porque claro, si tenemos una doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno pero no mucho, o al menos no en ciertos aspectos... ¿es una democracia?. Y si ese mismo régimen se cuida de perpetuar una forma de elección poco transparente, ¿es democracia?. Y si la separación de poderes es dudosa tirando a bananera ¿será una democracia?.
Llegados a este punto ya sabréis que no voy a hablar de la Alemania Oriental. Algo es algo.
Si hay en España entidades opacas, voluntariamente oscuras, son los partidos políticos. Eso no significa que los datos que voy a dar no estén disponibles para todo el mundo. Es bueno fingir un asomo de legalidad.
Ya conocemos a los partidos ¿no?, grandes masas de votos andantes, llenos de gente válida pero, sobre todo, llenos de inútiles integrales, que aferrados a su monserga del pleistoceno viven del cuento y concurren a las elecciones, peleando por escaños nominales que acaban siendo entregados al Partido (con mayúscula) para que haga con ellos lo que considere oportuno, eso no se discute.
¿De qué viven estos partidos' ¿dónde está el quid? ¿da para tanto la corrupción? pues no, la clave está en la pasta que les da el estado, es decir, nosotros (bueno, eso y los créditos multimillonarios que no devuelven).
Un ejemplo, de las elecciones generales del año pasado: ´
- 21.167,64€ por cada diputado o senador obtenido
- 0,79€ por cada voto obtenido en aquella circunscripción en la que hayan obtenido al menos un diputado
- 0,32€ por cada voto obtenido en aquella circunscripción en la que hayan obtenido al menos un senador.
(Hay otros matices que no entraré a evaluar, como limitaciones o subvenciones al buzoneo)
Conclusión evidente a primera vista. Lo que cuenta es ganar. Si obtienes votos pero no tienes escaños no ves ni un céntimo. Curiosa forma de incentivar a las alternativas. Veamos entonces cómo quedaría un resultado estimado de las últimas elecciones generales:
PSOE
Presupuesto de la campaña: 18,6 millones de €
Subvención electoral: 15,77 millones de €
Subvención buzoneo: 7,11 millones de €
Coste de la campaña: 0 €
PP
Presupuesto de la campaña: 20,4 millones de €
Subvención electoral: 13,54 millones de €
Subvención buzoneo: 7,11 millones de €
Coste de la campaña: 0 €
IU
Presupuesto de la campaña: 4,5 millones de €
Subvención electoral: 300.000 €
Subvención buzoneo: 0 €
Coste de la campaña: 4,2 millones de €
CIU
Presupuesto de la campaña: 3 millones de €
Subvención electoral: 1,14 millones de €
Subvención buzoneo: 1,51 millones de €
Coste de la campaña: 350.000 €
PNV
Presupuesto de la campaña: 950.000 €
Subvención electoral: 490.000 €
Subvención buzoneo: 250.000 €
Coste de la campaña: 210.000 €
ERC
Presupuesto de la campaña: 1,5 millones de €
Subvención electoral: 300.000 €
Subvención buzoneo: 0 €
Coste de la campaña: 1,2 millones de €
Como vemos en estas cifras aproximadas, el pez grande se come al chico. Aunque ya sabemos que luego el pez chico se come a otros más chicos (sobre todo cuando se trata de elecciones locales o autonómicas). Y allí también se reparten suculentos premios.
Pero claro, si los partidos derrocharan en las elecciones para perpetuarse en el poder, sabiendo que luego se lo ibamos a pagar entre todos, jugando con ventaja unos sobre los otros, ¿de qué viven el resto de la legislatura?.
Para eso están: las
subvenciones anuales para atender los gastos de funcionamiento de los partidos políticos con representación parlamentaria. Que curiosamente también se conceden en función de los escaños y de los votos.
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Curiosas cifras ¿verdad?.
¿Alguien considera ahora a
Zapatero o a
Rajoy como malos negocios?
Entre los dos han conseguido para sus partidos más de 150 millones de euros en 2008, para que sus partidos planifiquen y estructuren... ¿la mejor estrategia para enriquecer a la nación?... no, más bien la mejor estrategia para perpetuarse en esa posición dominante.
¿Cómo dos peleles sin carisma pueden bipolarizar las esperanzas de la nación?, cómo han conseguido que el cliente (el votante), salga de casa, se acerque al supermercado (mesa electoral) y compre su producto (vote). La respuesta, para mí, es clara: confrontación light.
Planteamos a la gente dos alternativas similares, sin fisuras cuando se trata de no poner nerviosos a los poderosos (bancos, multinacionales, sinvergüenzas, etc), y con miles de pequeñas diferencias, de pequeñas biodiversidades que permitan los safaris dialécticos (recordemos por un momento a esas personas:
Pepe Blanco,
Zaplana,
Leire,
Soraya, gente sin oficio ni beneficio). Planteemos un escenario de política ficción, y sentémonos a recoger los frutos.
A nadie le importa que la ley electoral sea injusta, que haga prevalecer a las maquinarias apabullantes de los partidos mayoritarios (recuerdos de la infancia y la R.D.A.), que expulse del sistema a la gente valiosa y se nutra de advenedizos, chupópteros y pelotas. Da igual el clientelismo político, el lenguaje estereotipado, las ofensas perpetuas a la inteligencia.
Ese debate no existe. Directamente.
Reconozcámoslo. Nos conocen, siempre nos han controlado y nos tienen calados. La transición no fue un problema para ellos. Se han dado cuenta de que somos cainitas, votamos en contra, no a favor. Vivimos y pensamos entre el odio y el chascarrillo.
Mientras tanto, se desarrolla la idea, casi imparable. Las dictaduras descansan en partidos únicos que, tarde o temprano tienen fisuras. El golpe de genialidad está dado (y deja a la falange al nivel de los
Boy-Scouts), no se necesita un partido único para perpetuarse, se necesitan dos.
Se dirá que el bipartidismo existe en otras democracias ilustres (pienso en EE.UU. o en Gran Bretaña) y es verdad, pero la turbia realidad es que allí los partidos políticos son meros comparsas, aquí son los carceleros.
Vuelvo a repetirlo. La única salida, la única solución está en la gente, en la iniciativa individual. Si nos dejamos pastorear, si encima nos creemos que sólo con la adhesión perseguimos algún ideal, seremos como los israelitas del desierto que, huyendo de la esclavitud de Egipto, se inventan un Dios y unos mandamientos para volver a tener un amo.
O lo que es lo mismo, para no tener que pensar.
(Gran estudio, del que he sacado todos los datos, con números y enlaces a las leyes aquí: Ready for Tomorrow)
Y acabo de recordar un post de León el Africano que iba en la línea de lo que expongo: Sistema fracasado.
Allí encontré un enlace a un artículo Juan Manuel Blanco en El Confidencial: ¿Por qué no funciona nuestro sistema político?